Carta a los alumnos de Laudio
En octubre de este mismo año, si todo va
bien, buscaremos el sitio más adecuado para empezar a construir la biblioteca
del Bubisher en Dajla. Antes habrá llegado, si todo va bien, el bibliobús que
recorrerá sus escuelas y barrios en busca de niños y jóvenes a los que
anunciarles que ya pueden leer, que ese derecho humano, el de la lectura, ya es
suyo. Como el de la educación y la sanidad, como el de la vivienda digna. A
ellos se les cayeron sus casas un año antes, cuando de pronto se puso a llover
como no ha llovido en el Sáhara en los últimos 25 años, y los muros de sus
casitas de adobe y barro se disolvieron. Dajla es el más lejano de los
campamentos, el menos poblado, el más
castigado por el exilio. Pero es también el más querido. Quienes todavía viven
allí se sienten de Dajla, tienen espíritu de grupo, aman su pobre paisaje,
resisten ante tanta adversidad. Y la biblioteca del Bubisher será, si todo va
bien, su lugar de reunión y de gozo, en un campamento que carece de bares, de
todo lo que no sirva para la supervivencia más inmediata.

Hace unos meses, cuando os visitamos, os
propusimos que uniérais unos con otros vuestros brazos para garantizar el
sueldo de uno de los jóvenes saharauis que ya son bibliotecarios en Bojador o
en Smara. Pero ahora hemos decidido que hay que ser osados, y que vuestro
esfuerzo servirá para contratar al primero de los bibliotecarios de Dajla. No
sabemos cómo valoráis vuestro propio esfuerzo. Vuestra imaginación para
encontrar fuentes de financiación. Es verdad que el País Vasco ha sido siempre
generoso y solidario, que habéis crecido en un clima en el que puede que lo que
habéis hecho no resulte demasiado extraño. Es posible que alguno de vosotros
pienses que, al fin y al cabo, tampoco habéis hecho tanto. Es posible que con
un esfuerzo mayor hubierais podido hacer mucho más. Pero habéis hecho posible
una nueva biblioteca, nada menos, uniendo vuestro esfuerzo al de otros, en
otros lugares.
Los jóvenes saharauis no son un ente
abstracto, como vosotros tampoco lo sois. Son Bachir como vosotros Aitor, son
Mahyuba como vosotras sois Aintzane o Maialen.
Y cuando vayas a la biblioteca a por un libro y no sepas siquiera por qué está
ahí ese libro, ni por qué trabaja ahí esa bibliotecaria, piensa que muchos
lucharon, arriesgaron su trabajo y hasta su libertad para que en ese anaquel
haya libros en castellano y en euskera, sin censura ni restricción alguna. Hay
gente detrás de esas estanterías, muertos o vivos. Héroes silenciosos que
alfombran nuestra vida de ahora. Pues bien, cuando en noviembre Ebnu o Nuha
acudan a la biblioteca de Dajla y tomen un libro en préstamo, en castellano o en árabe, tú serás su héroe
silencioso y anónimo. No sé si sentirás entonces un soplo en tu nuca, el aliento de una respiración tan lejana.
Pero ese soplo existirá, y tú también.
Somos libres sólo si sabemos qué camino
elegir. Ellos lo serán porque tú les habrás dado el mapa de todos esos caminos.
En nombre de todos ellos, en nombre de
todos vuestros profesores, de los doscientos socios del Bubisher, en nombre de
los escolares de otros centros del estado que también han arrimado el hombro al
de su compañero en otros centros escolares del estado, gracias.
Esa biblioteca será vuestra también.
Quién sabe, tal vez un día alguno de vosotros, o varios, o muchos, podáis ir a
verla, a disfrutarla. Y a trabajar en ella leyéndole su primer cuento a un niño
saharaui todavía incapaz de leer por sí solo. O algún profesor vuestro para
enseñar a ese nuevo bibliotecario técnicas e ideas. Ellos estarán encantados de
recibiros, y harán el té con vosotros bajo las estrellas. Y habrá risas, y
abrazos.
Y el
nuestro. Leid fi leidi: mano con
mano.
Inés y Gonzalo, en nombre del Bubisher.